El grito

Al poco de cumplir los 18 años me saqué el carnet de conducir, y me compré un coche. Eso menguó mi ya de por si mermada economía, que se financiaba fundamentalmente de mis trabajos esporádicos los fines de semana en el sector de la BBC (Bodas, Bautizos y Comuniones) como «DJ» o en campañas promocionales en centros comerciales.

El caso es que a los pocos meses de sacarme el carnet, un día bajando por una calle de Oviedo, un conductor se saltó un semáforo y me dio un golpe. Nada grave, pero algo impeditivo. Estaría, no sé, un mes o mes y medio algo fastidiado, con el típico latigazo cervical.

Derivado de dicho accidente cobré una pequeña indemnización. Y decidí imprimirme esta versión de el cuadro de El grito de Munch. Hasta donde se hay cuatro versiones de el cuadro de El grito. Y particularmente a mi, ésta, es la que más me gusta. El motivo para imprimirme este cuadro, bueno, digamos que ha sido un cuadro que en cierto modo siempre me ha gustado lo que transmite. No soy nada ducho en arte. Solo se lo que me gusta y lo que no. Lo que me hace sentir algo al verlo, y lo que no. Y éste es uno de estos cuadros.

No es el único, aunque casi todos tienden a compartir una temática más bien lúgubre. Me gusta mucho Saturno devorando a su hijo de Goya o Los cadáveres de los hermanos de Witt de Jan De Baen. Éste último por ejemplo lo conocí en una visita al Rijksmuseum en Ámsterdam mientras estaba con un amigo que disfrutaba de un Erasmus en Gante.

El caso es que el cuadro de El Grito ha estado en el salón de casa de mi madre durante años. Llevo 14 años en Madrid, y ese cuadro como digo, debí comprármelo con 18, 19 o 20 años máximo. Así que allí llevará 16 años (con un pequeño interludio que estuvo en un piso al que me fui a «vivir» durante un breve periodo de tiempo dentro de Asturias). Hasta este domingo, que decidí recuperarlo y ahora adorna mi «despacho».

Es un cuadro que me hace recordar una época pasada, de mi juventud, de mi paso por la universidad, de cuando vivía en Oviedo. Es un cuadro que me hace pensar en como sentía las cosas por entonces. Y en como aún a veces las siento.

Es un reflejo de mi pasado, de mi presente, y ¿de mi futuro?.

 

«Igual que Leonardo da Vinci estudió la anatomía humana y disecó cuerpos, yo intento disecar almas.“ – Edvard Munch