Felicidades, amigo

Ayer, 10 de febrero, hubiera sido tu cumpleaños. A Mari, cuando el año pasado te dijo «feliz cumpleaños» tu le dijiste «y tu que los veas». Lamentablemente fue el último que ella, y todos, pudimos disfrutar a tu lado.

Nos dejaste el 7 de agosto, y yo ya reflejé hace unos meses el inmenso pesar que sentí, siento, y sentiré.

Es muy complicado expresar lo que siento cada vez que me pongo a pensar en que ya no estás. No cuando me acuerdo de ti. Cuando me acuerdo de que no estás aquí. Cuando pienso en que nunca me volverás a llamar «astur», cuando pienso en que no volveremos a ir a comer donde Luis, o cuando me doy cuenta de que nunca más volveré a disfrutar de una cerveza, ese elixir que tanto nos encanta, a tu lado.

Hoy, en el día de tu cumpleaños, algunos de tus amigos hemos decidido reunirnos en uno de esos sitios que tanto frecuentabas (el bar de Graci), para cenar y tomar unas cervezas y copas recordándote. Recordar que a ninguno nos suena haberte visto una cara de enfado. Recordar que has sido el nexo de todos los que hoy nos hemos reunido. Recordar tus agresivas tácticas al poker. Recordar tus triunfos, y tus errores. Nos hemos reunido para recordarte a ti. Para homenajearte. Para sentirte cerca de nosotros aunque ya no estés aquí.

Hemos hablado mucho sobre ti. Hemos hablado sobre la injusticia de que te hayas ido. Tanto de como te has ido como de cuando te has ido. Hemos hablado sobre cuanto te echamos de menos. Sobre como para algunos, ir a Leganés, es automáticamente asociarlo a tu persona. Sobre como para mi, ver un irlandés o escuchar a Sabina automaticamente hace que me vengas a la cabeza. Hemos hablado sobre lo bien que lo pasamos juntos. Sobre las locuras que hemos vivido juntos en el Lamber o en el Marlott. Sobre lo buena persona que eras, aunque tuvieras tus cosas, como todo el mundo.

Ya lo dije, creo, recientemente. No he creído jamás en ninguno de los credos que la religión lanza sobre la vida después de la muerte. Sobre ir al cielo o el infierno. Sobre la resurrección. Pero como hablaba hoy con Paloma cuando nos ibamos, eso ha empezado a cambiar. Empezó a cambiar cuando nació Ares, aferrándome a una idea completamente absurda de que si le pasara algo y nos dejara, yo me reuniría con el en algún momento. Cuando falleciste esa idea volvió a mi. Esa absurda, no científica, sin fundamento y completamente basada en la religión, idea, de que hay algo más allá de la muerte. Es muy complicado para una persona como yo, creyente en la ciencia y en lo explicable, querer creer en algo que mi lógica me indica que no es cierto. Querer creer en algo que atenta contra toda mi forma de pensar y ver la vida.

Y aún así, quiero, con todas mis fuerzas, con todo mi alma, creer en ello. Creer que de alguna forma, hoy, desde el cielo, o desde donde sea, has podido sentir todo el cariño que aquellos que nos consideramos tus amigos, profesamos por ti. No hay mayor prueba de mi intento de fé, que ver que todo esto, está escrito dirigiéndome a ti. Pensando y esperando que de alguna forma podrás leerlo.

Javi, ojalá podamos volver a encontrarnos algún día.