Vivir con miedo es lo más racional que un ser humano puede sentir. El miedo es lo que da una vida real. Una plenitud sobre lo que implica vivir y no vivir, y no una falsa quimera sobre lo que somos y dejaremos de ser.
Y yo, vivo con miedo, con miedo a que el corazón se pare, a que mi boca exhale su último suspiro y mi cerebro no pueda continuar. Vivo con miedo a la continua pérdida de facultades, a la incesante caída de realidades, a llegar al estado más mermado de los posibles.
Vivo con miedo a que la vida deje de ser una vida real para pasar a ser una serie de momentos que pasan de forma inexorable y a la que no podamos dar cabida en nuestra memoria. A una serie de auténticos momentos de mierda que quedarán grabados a fuego, y donde sin embargo la auténtica realidad de nuestro ser se marchite sin poder evitarlo.
Vivo con miedo a no poder vivir la vida que querría vivir, a no ser tener una vida con la suficiente dicha como para no tener que arrepentirme justo en el último segundo antes de soltar ese último suspiro. Vivo con miedo a que la sociedad no pare de juzgarme por lo que ellos consideran justo, correcto o moral, lo que un puñado de imbéciles decidió que era lo adecuado para todos nosotros, aunque ellos vivan una auténtica falta de moral cuando nadie les ve.
Vivo con miedo a no ser capaz de vivir mi propia realidad de la forma que querría, de la forma que mi genética, mi aprendizaje, mi entorno y mi propio ser han dispuesto que tiene que ser.
En resumen.. vivo con miedo.