Mi «tic» y el reflejo de Flehmen

Cualquiera que me conozca un poco (y aquí con conocer, me refiero, a que haya pasado un mínimo de tiempo, sobre todo en los últimos años) habrá podido observar una puta manía que tengo que consiste en tratar de «subir» el labio superior hacia la nariz.

Esa puta manía la tengo de siempre, y más concretamente, esa manía en realidad viene (o venía) precedida por otro gesto: humedecerme ligeramente el labio con la boca.

El motivo al final, es básicamente, que por algo que hasta ahora siempre he considerado una extrañeza mía, me gustaba el olor de mi labio «mojado». Es una cosa que llevo haciendo casi toda la vida, de manera, a veces, involuntaria y que me proporciona un cierto «placer».

La cuestión es que, hace unos meses (concretamente, el día que Laura iba a dar a luz) me dio por buscar un poco sobre el tema, y llegué a encontrar algo de información sobre tan curiosa «manía».

El caso, es que al parecer, existe una cosa llamada «Reflejo de Flehmen«, que consiste precisamente en hacer eso: arrugar el labio superior, y al parecer es un gesto que tiene como objetivo exponer lo que se conoce como órgano de Jacobson (u órgano vomeronasal).

Es algo curioso, porque he visto en varios artículos a este respecto que en los humanos parece ser un vestigio no funcional. 

Sea como fuere, aunque no puedo confirmar que mi «tic» sea ese reflejo, desde luego, al menos hago el mismo puto gesto.

Y el caso es que desde que estamos «confinados», por alguna extraña razón no paro de hacerlo de forma casi «compulsiva». Tan compulsiva, que del propio movimiento de mover el labio, he empezado a sentir «molestias» en la mandíbula, y cierto agarrotamiento. La putada es que lo hago casi sin darme cuenta, y cuando intento controlarlo, me cuesta «horrores». Creo que mi cuerpo se ha acostumbrado a que lo haga de tal forma, que ahora, tratar de inhibirlo de forma consciente me es muy muy muy complicado. Vamos, que ni la droga.

Y.. nada, eso es todo. Yo y mis movidas.