Ser padre

Ya hablé de ti aquí. Hablé de cuando viniste al mundo. Hablé de mis miedos durante tu crecimiento dentro de la barriga de mamá. Hablé de mis miedos cuando saliste. Empecé a hablar de ser padre, pero hablaba sin saber nada. Y ahora probablemente, igual.

Y digo que hablaba sin saber nada porque hoy tienes 24 días de vida y lo que me haces y has hecho sentir en estos 24 días es tan increíble, tan distinto y tan intenso, que por eso creo que no sé nada. Ni lo sabré. Porque creo que cada día que estés aquí conmigo me hará sentir nuevas cosas, me hará cambiar mi visión. Me hará incrementar lo que siento. ¡Aunque me parezca a día de hoy increíble que eso pueda suceder! Que esto que siento, pueda ir a más aún.

Ser padre es algo único. Hay millones de padres. Que tienen sus hijos. No te fijas en las relaciones padre-hijo nunca. Ni siquiera en cierto modo te fijas incluso en la que tienes con tu padre. Aunque claro que le quieres, le idolatras y le tienes como la referencia suprema, no es igual a que cuando tu eres el padre. Es dificil de explicar. Yo quiero a mis padres hasta la médula. Haría y haré por ellos lo que sea, siempre. Es mi familia. Me dieron la vida y me hicieron ser lo que soy. Y eso jamás nada lo podrá cambiar. Y les quiero tanto que a veces, de verdad, me duele. Sobre todo, cuando sufren. Cuando lo pasan mal. Igual que a mis hermanos. Es algo que creo que viene impreso en nosotros, y más, si tienes una buena familia que te quiere.

Pero cuando TU eres el padre de una criatura, la cosa evoluciona aún más. Ya lo dije en el post donde hablaba de como viniste. La paternidad parecía ser algo que se iba desarrollando poco a poco, y que sobre todo tuvo un gran repunte en intensidad en el momento que naciste. Un gran repunte? No. Realmente tuvo una puta explosión de sentimiento que pensé que jamás se superaría. Pero tienes 24 días. Y te veo con mamá, que te saca sonrisas sin parar. Y te veo cuando te cojo, para cambiarte, o darte de comer, y como me miras (aunque soy consciente que probablemente a esta edad realmente no me mires a mi). Pero veo tus ojos. Veo tu mirada. Veo que eres una cosita que tu madre y yo pudimos crear hace 9 meses con apenas un poco de microscópico material genético. Y ahora estás aquí. Entero. Con tus manitas. Con tus piececitos.

Cada vez que te miro mi cuerpo siente un tremendo escalofrío. De auténtico amor. De auténtica devoción. Tienes 24 días y ya te quiero como jamás he querido a nadie (lógicamente, son diferentes querer). Pero siento que la intensidad con la que te quiero, sobrepasa todo lo que yo había visto hasta ahora.

Sigue así, por favor. Sigue dándome esto. Eres mi droga. Sigue siendo como eres. Sigue siendo tan bueno. Ya no tanto por dormir o no (que te agradecemos, claro). Si no por lo que representa. Porque creo que tu actitud ahora, será un reflejo de tu yo adulto: sereno, tranquilo. Y ojalá justo. Ojalá bueno. Es mi máxima aspiración para contigo.

Siento ser tan ñoño. Siento que cuando el día de mañana quizás leas esto y pienses que soy un cursi. Pero ojala el día de mañana estés en mi lugar y tengas a tu propio hijo y sientas lo que siento yo. Porque mirarte hace que todos los problemas se evaporen. Porque por verte sonreir merece la pena pasar cualquier cosa. Porque haces que sea mejor, que intente ser mejor. Y todo es por y para ti.

Gracias por haber llegado.

Te quiero.