Hace unos días empecé a ver la serie After Life, creo que, porque me aparecía recomendada por Netflix. Laura paralelamente vio que Dani Rovira la recomendó encarecidamente. Es una serie dramática pero dirigida y protagonizada por el genial Ricky Gervais, lo cual le da desde luego un toque único. No he acabado de verla aún, pero Laura en un atracón sí.
Le comenté entonces de una peli de Gervais que vi hace años: The invention of Lying («Increíble pero falso» en España). Resumiendo y sin spoilear más de lo que voy a poner después, trata de un mundo donde no existe la mentira (la gente no miente porque es un concepto que no existe. No sabe, no puede, y además dice lo que piensa, sin filtrar), hasta que el prota (Gervais) descubre la mentira y se aprovecha de ella.
La película es un poco en el tono de After Life: dramática con comedia. Una mezcla rara que creo que está al alcance de muy pocos (al menos, para hacerlo bien).
La cuestión es que le dije a Laura de verla y empezamos a verla hoy.
Se llega a un punto de la película donde llaman al prota (Gervais), porque su madre, que está ingresada en una residencia, está a punto de morir.
Cuando llega, la madre está terriblemente asustada, al verse de forma inminente ante la muerte. En la habitación están la madre, el protagonista, un médico y dos enfermeras. El protagonista, recordemos, tiene la habilidad de mentir. Pero no se trata solo de eso: al no existir la mentira, todo lo que diga, es considerado por todo el mundo como cierto (aunque contradiga hechos y/o conocimientos previos), sin protestar, sin cuestionar (bueno, no es del todo cierto que no se cuestione, se cuestiona, pero de una forma tan laxa que es como si no se hiciera). Entonces, tienen esta conversación:
– Madre: Estoy asustada Mark.. la gente habla de esto pero.. la muerte es una cosa horrible. Ahora mismo estás viva y de repente sin más ya no hay nada. Se acabó. Unas horas más así y después… una eternidad en la nada.
La máquina pita, entran las enfermeras.
– Madre: Tengo.. mucho miedo.
– Hijo: Mamá. Mamá. Escucha. Escúchame por favor. Te equivocas sobre lo que pasa cuando mueres. No es una eternidad en la nada. Vas a tu lugar favorito del mundo. Si… y toda la gente a la que has querido y te ha querido estará allí. Y volverás a ser joven. Podrás correr y saltar e incluso… bailar. Te encanta bailar. Y allí no hay dolor… solo amor… y felicidad. Y todo el mundo tiene una mansión. Y dura toda la eternidad. Una eternidad mamá. Saluda a papá de mi parte. Dile que le quiero.
– Médico: Continúe.
– Enfermeras: ¿Que más pasa?
– Enfermera: Entonces volveré a ver a mi madre cuando muera.
– Médico: Cuéntenos más por favor.
La máquina que marca las señales vitales pita prolongadamente. La madre ha muerto.
Hace poco escribí en mi blog sobre mis tatuajes y lo que significan. Muchos están muy íntimamente relacionados con la muerte. La muerte es mi pasión y mi mayor miedo. Lo combato con tinta. Pero la cuestión que me interesa de esta escena es que refleja perfectamente mi mayor temor sobre la muerte.
Hace unos 7 años, cuando vivía con mi anterior pareja, empecé a obsesionarme muchísimo con la muerte, y muy muy muy específicamente con la situación descrita con la madre. Llegué a tal punto que sufría numerosos ataques de ansiedad, insomnio y mi vida se vio muy afectada. Una psicóloga, tras varios meses de terapia y fármacos, determinó que todo esto venía, entre otras cosas, por la tóxica relación que tenía con mi por entonces pareja, y que debía cortarla. Lo hice. Sufrí, pero conseguí superar tanto la ruptura como esos pensamientos. A día de hoy sigo pensando que, aunque la psicóloga tenía razón en lo de mi pareja, hay más. Ciertamente dejé ese pensamiento obsesivo-recursivo, pero porque fui capaz de controlarlo completamente y ocupar mi mente en otras cosas continuamente, no dejándome tiempo a mí mismo a volver a ese pensamiento.
Ver esto me ha hecho recordar esos miedos. Siempre he pensado que la gente no considera la muerte como lo que es. No quiero ser pretencioso pues no sé lo que los demás piensan, pero el cómo sufrí cuando pensaba en la muerte como la madre, me hace pensar que nadie realmente se plantea la existencia de esa forma.
No es la primera vez que reflexiono sobre esto, pues creo que es un tema increíblemente apasionante. ¿Qué ocurre cuando mueres? ¿Hay alma? ¿Existe el cielo y el infierno? ¿Existe simplemente algo?. El miedo que me entra cuando pienso en la muerte como pensó esa señora es increíble. En la nada eterna. La gente dice que no tiene miedo a morir. Es parte de la vida. Es cerrar el ciclo. No, no es tan fácil. Es dejar atrás a quien te quiere. Es dejar atrás a quien quieres. No, no es eso si quiera. Quien deja atrás tiene conciencia de dejar atrás. Tu no. Una vez muerto dejas de ser algo. Pasas a no ser nada. Pasas a no ser. Uno entiende entonces porque la gente es religiosa. Uno entiende porque la gente se aferra a la idea de un ser imaginario que te va a proporcionar cobijo. Entiende porque la gente cree. Entiende la fé. Me considero agnóstico. Me da miedo considerarme ateo. Soy muy racional. Mi dogma es la ciencia. Pero nadie ha demostrado que exista o no exista algo más. Que haya algo más.
La vida tiene que ser algo más que este periodo tan corto de tiempo que estamos aquí. En Tailandia me tatué en sanscrito la palabra Samsara. Con un único objetivo: autoconvencerme de la última parte del ciclo (la reencarnación). No se bien que pensar en esa parte del ciclo. Resulta difícil creer que la reencarnación implique recordar tu anterior vida. No creo que sea el objetivo. ¿Qué sentido tiene si es otra? ¿Pero como podrías vivir si es la misma, sabiendo todo lo que hayas podido dejar atrás o perdido?. Demasiadas preguntas sin respuesta. Como una vida sin nada detrás.